SABERES ANDANTES Paulo Freire. Educar para la libertad y esperanza Número Especial

Por una buena educación, la magia del problema

Roberto Lorenzo-Benítez 6

Pontificia Universidad Católica del Ecuador rlorenzo@pucesd.edu.ec

Artículo recibido en junio y aprobado en agosto 2022

Resumen

Para los docentes comprender los problemas quesurgen enla comunidad dondeconviven los estudiantes es vital. Traer esos problemas al escenario educativo favorece a la contextualización de la educación. El problema que afecta al grupo de estudiantes articula posibilidades efectivas para identificar necesidades y trabajar en su análisis y posible solución. Asimismo, permite dar tratamiento a los contenidos, encaminarse hacia los objetivos, aplicar una metodología determinada, definir las formas organizativas más adecuadas y, por supuesto, evaluar con eficacia favoreciendo la formación humana.

Palabras clave: Educación, problema, contexto, enseñanza, aprendizaje.

For a good education,

the magic of the problem

Abstract

For us as teachers, understanding the problem that arises in the community where our students live is vital. Bringing it to the educational scenario favors the contextualization of education. The problem that affects the group of students articulates effective possibilities to identify needs and work on their analysis and possible solution. Likewise, it allows us to treat the contents, move towards the objectives, apply a certain methodology, define the most appropriate organizational forms and, of course, evaluate effectively in favor of human formation.

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Por una buena educación, la magia del problema

Key words: Education, problem, context, teaching, learning.

Introducción

Nos interesa conversar sobre la magia que surge con “el problema” en los entornos educativos. Esta es una historia de los años cuarenta, mi madre me la contaba y no dudo que, como todos los mitos, se haya nutrido de la riqueza que se gana en la narrativa de boca en boca. Destaco que este cuento fue importante para que tomara la decisión de ser maestro. Todo sucede en una escuela rural, campo adentro. En aquellos campos pobres y dolidos de Cuba donde primero que el sol, amanecía el hambre. Se me ocurrió titularla así: “Con zapatos o sin zapatos”.

Imaginemos la escuelita pequeña, rústica, deteriorada… con esos olores que se acentúan al calor de la desgracia. El maestro, un hombre joven, lidiaba con niños de distintas edades en un ambiente multigrado, todos pobres, muy pobres. Su preocupación del momento surgía y le afectaba desde los pies. Sus alumnos venían a la escuela descalzos, con zapatos rotos. Solo algunos gozaban del privilegio de vestir sus pies más dignamente. Estas diferencias estaban afectando la participación en el aula. El maestro intuye que los niños sin zapatos participan menos, se desentienden con la clase. El escenario del aula devela las grandes diferencias sociales que se viven en todo el país; incluso en los sectores más pobres hay diferencias. Luego de meditar mucho al respecto se le ocurre una idea. Sabe que el problema va más allá de los zapatos, pero esas prendas, que lo pusieron a pensar toda la noche, le abren paso a una propuesta que acaba de surgir en su mente educativa. Amanece y parte a su labor.

Llega temprano como siempre y prepara las condiciones para la clase. Poco a poco van incorporándose los estudiantes: –buenos días– es el saludo que intercambian cada mañana mientras ingresan a la escuela. Hay algo distinto y los estudiantes están asombrados. Sí, el maestro está descalzo. Ya comienza la clase y sobre el piso de tierra camina el maestro sin zapatos como la mayoría. Explica lo necesario de la clase, provoca sonrisas, invita a pensar… pero los alumnos no dejan de mirar sus pies. Es entonces que un chico le pregunta: - maestro ¿por

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qué está sin zapatos? - Ese era el momento, esa era la pregunta que añoraba el maestro desde que preparó su estrategia: - ¡Caramba! Ya lo había olvidado. – dice el maestro y continúa – sucede que ayer en la noche, estaba leyendo un libro y descubro que los conocimientos entran por los pies. Que mientras mayor sea el contacto con la tierra, mejor y más se aprende. Por eso estoy sin zapatos y seguiré así –

El maestro sin zapatos despertó el interés de los estudiantes. Al día siguiente, los que tenían zapatos los dejaron fuera de la escuela. Y así, en el tronco de una ceiba se juntaron todos los días, el maestro y los estudiantes, para dejar los zapatos, para entrar en contacto directo con la tierra y aprender mejor: aprender desde la equidad, con ganas. Ellos no lo sabían, pero estaban viviendo uno de esos momentos mágicos de la vida, de esos momentos que surgen con amor. El maestro que protagonizó esta historia fue Raúl Ferrer, autor de “Romance de la niña mala”.

Desarrollo

Y nosotros ¿vamos a la escuela con zapatos o sin zapatos? ¿Cuántos eventos como éste se nos presentan en el día a día? ¿Cuántas situaciones surgen en lo cotidiano que afectan a nuestros estudiantes y no lo visualizamos porque asumimos solamente el rol de dictar clases?

En lo particular, sufro con el término “dictar clases”, cuando alguien me pregunta –¿qué clase dictas? – me molesto mucho, trato de ser educado y por lo general contesto –Bueno, yo comparto con mis alumnos tal clase o tal asignatura–. A menudo somos muy golpeados por el dictado, pero necesitamos el diálogo y el compartir, necesitamos formar parte de aquello que es de interés de nuestros estudiantes.

Para nosotros como docentes comprender el problema que surge en la comunidad donde conviven nuestros alumnos es vital. Traerlo al escenario educativo favorece a la contextualización de la educación. El problema que afecta al grupo de estudiantes articula posibilidades efectivas para identificar necesidades y trabajar en su análisis y posible solución. Asimismo, permite dar tratamiento a los contenidos, encaminarse hacia los objetivos, aplicar una metodología determinada, definir las formas organizativas más adecuadas y, por supuesto, evaluar

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con eficacia favoreciendo la formación humana.

Es por eso que me gustaría hablarles sobre la magia del problema, ello implica que transversalmente el pensamiento de Paulo Freire atraviesa mi discurso, que sus reflexiones se mueven en mis reflexiones, en las nuestras… y llega la pedagogía del oprimido (Freire, 1993), de la esperanza, llegan sus cartas y todo lo que hizo por la humanidad. Inevitablemente se abren las puertas e ingresamos a los ríos de la didáctica; en el acto didáctico se concretan las aspiraciones pedagógicas. Aquí de forma intencionada, fluyen la enseñanza y el aprendizaje. Me animo a comprender el proceso de enseñanza- aprendizaje como el objeto de estudio de la Didáctica (Cano de la Cruz, Y. 2020). Por lo tanto, en cada acción es necesario articular lo propicio para que se materialicen esas aspiraciones por las que batallamos tanto.

Para mirar las maravillas que puede traer consigo el análisis del “problema” para la clase, –no me refiero al aprendizaje basado en problemas– desde lo más puro de los componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje, quisiera primero responder a estas preguntas: ¿Cuáles son los componentes del proceso?, es decir esos elementos que se juntan para que “sea”, de tal forma que cuando alguno de ellos falla, falla el proceso de enseñanza aprendizaje. ¿Cómo se relacionan estos componentes?, ¿qué tan sistemático debe ser el proceso para que la armonía entre ellos ayude a que nos expresemos con soltura, sin miedos, desde el diálogo, a favor de la formación humana?, y ¿cómo se integran? En ese “cómo se integran” empieza la magia del problema.

Varios investigadores se refieren a estos componentes y los tienen en cuenta al indagar sobre didáctica. En este caso, el Dr. Carlos M. Álvarez de Zayas (1992) ha motivado esta reflexión desde su análisis crítico hacia el proceso de enseñanza-aprendizaje al que prefiere llamar proceso docente-educativo. En su libro “La escuela en la vida” recoge importantes interpretaciones que nos permiten adentrarnos en el mundo de la formación humana con una perspectiva que trasciende la instrucción. A continuación, comparto los siguientes componentes.

El contenido es un elemento fundamental del proceso de enseñanza aprendizaje. Los hechos, conceptos, teorías, enfoques,

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paradigmas, actitudes, así como las normas que surgen en la sociedad de la queformamosparte, son fundamentales para el análisis. Loson también las reflexiones para aprender a ser, hacer, conocer y convivir; todos ellos pilares de la educación propuestos por la UNESCO (Delors, 2013). En muchas ocasiones, cuando no se consideran estos pilares, la educación acontece de forma vertical; el “maestrocentrismo” gana en potencia y se entiende al estudiante como un mero receptor de contenidos; el docente se impone con cierta información que “dicta” a sus alumnos y pretende que éstos memoricen cada concepto. Discrepo, desde la voz de Paulo Freire, con el cotidiano discurso que asegura la transmisión de conocimientos, e invito a reflexionar sobre este componente a fin de garantizar un tratamiento que favorezca el aprendizaje.

Los pilares de la educación hablan de “aprender a” no de “enseñar a”, por lo tanto, cuando reflexionamos sobre el proceso de aprendizaje debemos considerarlo en una posición superior a la enseñanza, pues si no existiera la posibilidad de aprender, ¿para qué esforzarse en enseñar? La enseñanza sucede porque se piensa que hay aprendizaje.

Uno de los componentes fundamentales que orienta y propone la finalidad de las actividades pedagógicas es el objetivo. Éste, como elemento orientador, debe plantear las preguntas: ¿qué va a suceder en la clase?, ¿qué va a aprender el/la estudiante?, ¿qué habilidad va a desarrollar?, ¿cómo lo va a conseguir? y finalmente ¿para qué? Respecto a esta última pregunta me gustaría que la mirásemos con tonalidades verdes de esperanza, porque en ese ¿para qué?, muchas veces olvidado al momento de concebir un objetivo pedagógico, es dónde se expresan las intenciones formativas de la actividad que se planifica. Otro principio didáctico, en este caso propuesto por Roberto Portuondo Padrón (2000), es el principio de asequibilidad. En ocasiones hacemos propuestas extremadamente complejas a nuestros alumnos(as) que lejos de favorecer su interés e involucramiento los desmotiva.

El método como componente envuelve el sistema de reglas que sirven para alcanzar un objetivo determinado. Ese método, que en muchas ocasiones se olvida, favorece tanto al aprendizaje como a la enseñanza y es el núcleo de cualquier estrategia que se proponga, por

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ello es importante tenerlo claro y saber que no puede ser concebido sin que se reflexione el contenido y objetivo. Estos tres componentes van de la mano, forman un triángulo, de modo que, si falla una arista se destruye el triángulo. Los colores internos de éste se rellenan con el problema como componente, pero antes de abordar “el problema” profundizaré en otros tres componentes del proceso que intervienen en la actividad pedagógica.

Los medios de enseñanza-aprendizaje, a veces mal concebidos o mal interpretados, deben ser valorados. Estos medios responden a las preguntas: ¿con qué enseñar y con qué aprender? Las formas organizativas pueden ser variadas y al estudiante le interesa que cambien dado que esto influye en los intereses, pasiones y relaciones interpersonales. Además, contribuyen para que se cumpla eficazmente con el objetivo de la clase y se dé tratamiento al contenido según el método seleccionado. Las formas organizativas responden al cómo organizar la clase para que participen los alumnos(as) y se pueda cumplir con lo propuesto.

Otro componente a considerar es la evaluación. La misma debe ser concebida como un proceso dinámico, continuo, sistemático, mediante el cual se verifican los logros; no me refiero únicamente a los logros de las y los estudiantes, sino a los logros nuestros como docentes, pues la evaluación orienta nuestra brújula educativa hacia lo que profesionalmente debemos hacer. En consecuencia, este componente debe contribuir al equilibrio entre formación humana e instrucción.

Es momento de hablar del componente que integra a todos los mencionados: el problema. Si no reflexionamos sobre el problema, aquel que surge en el contexto social en el que nos encontramos y desde el cual podemos hacer diversos análisis; si no aprovechamos la oportunidad que deriva del problema como elemento integrador que provoca la interacción de los demás componentes, nos encontraremos con un caos pedagógico, un caos que lejos de favorecer a la formación humana, entorpece todo el camino.

Es necesario traer al aula el problema que afecta a la sociedad para darle tratamiento a los contenidos, aplicando una metodología

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determinada, persiguiendo un objetivo programado, con determinados medios de enseñanza aprendizaje, en una clase organizada que evalúa el proceso de manera sistemática a fin de conseguir las metas propuestas. El problema abre las puertas a diversas iniciativas, así también atrae, organiza y da sentido al resto de los componentes.

A todos y todas nos interesa lo que pasa en el contexto del que formamos parte, a todos(as) nos interesa que se analicen las situaciones que nos afectan, queremos enfrentarnos a ejercicios que tengan relación con aquello que vivimos día a día: el deterioro del medio ambiente, la delincuencia, el costo de la vida, la corrupción, la pérdida de valores humanos, el impacto de las tecnologías de la información, el manejo de los medios de comunicación para influir en los individuos y crear tendencias… ¿Cuántos problemas vivimos todos alrededor del mundo?

A los seres humanos por lo general nos interesa discutir, dialogar, conversar, emitir nuestras opiniones, hacer análisis, profundizar y tratar de contribuir a la solución de problemas que nos afectan directamente: ¿qué pasa con el abuso y la burla?, ¿con el consumo de drogas?, ¿con todo aquello que nos golpea y que influye de manera negativa en los seres humanos?, estamos destruyendo nuestro planeta ¿cuánto hablamos de ello en el aula?, ¿cuánto permitimos que nuestros alumnos(as) hablen, propongan y se enrolen en actividades relacionadas con estas cuestiones? … Una vez que hemos identificado el problema que nos afecta a todos y todas y lo hemos puesto sobre la mesa, surgen los más diversos y atractivos ejercicios.

Cuando hablamos de las cosas que realmente nos preocupan, las discutimos y entramos en análisis y reflexión, estamos enfrentando la educación bancaria. De esta forma cada uno(a) tiene la oportunidad de aportar desde la posición que vive, desde la situación que le afecta. Cada uno(a) tiene la posibilidad de entrar en debate y reflexionar con sus compañeros y compañeras; cada uno(a) contribuye a romper los esquemas verticales que caracterizan a la educación tradicional. Desde el análisis de un problema y su problematización, el niño, niña, adolescente, joven y adulto (todos los seres humanos) empiezan a mostrarse como son, con lo que tienen. Eso trae consigo un diálogo valioso a través del cual es posible acercarse al conocimiento, producirlo y encaminarlo

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hacia la liberación.

Con la educación problematizadora propuesta por Freire y la articulación del problema al resto de los componentes se puede generar un ejercicio didáctico efectivo. Esta propuesta invita a estudiantes y docentes a actuar en el mundo para humanizarlo, aspiración que Paulo Freire defendió con firmeza durante toda su vida. Para transformar al mundo y liberarlo se requiere de diálogo. Cuando seguimos las propuestas de Freire, encontramos que el educador no es sólo quién educa, sino aquel que en tanto educa es educado a través del diálogo con el educando. Tanto los maestros(as) como los(as) estudiantes nos transformamos en sujetos activos del proceso en el que crecemos juntos y esa debe ser una de las aspiraciones más importantes.

Pensemos en el problema y trabajemos para que se articule y manifieste con eficacia con los demás componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje. Si uno de estos componentes falla viene el desequilibrio y el proceso corre el riesgo de dejar de ser pedagógico.

Inspirado en la canción “Para la libertad” de Manuel Serrat escribí una décima. Serrat le dio vida a la poesía de Miguel Hernández y me atreví a tomar una estrofa para mirar hacia la libertad desde nuestra misión como educadores y educadoras.

Por el derecho a vivir soy maestro, soy la guerra por soñar en esta tierra y así ser, dar, recibir. Para que pueda surgir el hombre nuevo y activo soy camino, soy estribo, soy calma, soy tempestad… soy para la libertad:

por ella sangro y pervivo.

Conclusión

La articulación de los componentes del proceso de enseñanza- aprendizaje y su efectividad, pueden entenderse como “la magia del

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problema”, ese componente que favorece a la integración, que inspira y que permite que la educación se desarrolle con los pies sobre la tierra. La figura de Paulo Freire, Álvarez de Zayas y otros pedagogos ilustres de Latinoamérica deben retomarse para su estudio a fin de generar propuestas acordes a nuestras necesidades, a lo que acontece en la región y a sus aspiraciones.

Referencias

Cano de la Cruz, Y. (2020). Didáctica General. Una aproximación a su estudio. Centro de publicaciones de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

Delors, J. (2013). Los cuatro pilares de la educación. Galileo, (23). de Zayas, C.M. (1992). La escuela en la vida. Editorial Félix Varela.

Freire, P. (1993). Pedagogía de la esperanza: un reencuentro con la pedagogía del oprimido. Siglo xxi.

Portuondo Padrón, R.; Basulto Morlaes, C. (2000). Introducción a la didáctica. La didáctica como ciencia.

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